Hoy nos reunimos para conmemorar una fecha muy significativa en la historia de Chile y de América Latina: el natalicio de Bernardo O’Higgins Riquelme, nacido un 20 de agosto del año 1778 en la ciudad de Chillán, en lo que entonces era la Capitanía General de Chile, bajo dominio español.
Bernardo O’Higgins no solo es recordado como un líder militar y político, sino también como un símbolo del proceso independentista de nuestro país, y una figura esencial en la lucha por la libertad del pueblo chileno. Su vida y obra están marcadas por un fuerte sentido de justicia, valentía y compromiso con los ideales de independencia y soberanía.
Hijo de Ambrosio O’Higgins, un irlandés que llegó a ocupar el cargo de virrey del Perú, y de Isabel Riquelme, mujer oriunda de Chillán, Bernardo tuvo una infancia compleja. Debido a su condición de hijo ilegítimo, no fue reconocido formalmente por su padre durante muchos años, lo que marcó su vida personal, pero no impidió que recibiera una buena educación. Fue enviado a estudiar a Perú y luego a Europa, donde vivió en Inglaterra, empapándose de las ideas ilustradas y republicanas que inspiraban a muchos jóvenes de la época.
Durante su estancia en Londres, O’Higgins conoció a Francisco de Miranda, un revolucionario venezolano que fue uno de los primeros en soñar con la independencia de América. De él absorbió ideales de libertad y autodeterminación que luego pondría en práctica en su tierra natal.
A su regreso a Chile, se integró en los movimientos que cuestionaban el dominio español. Al estallar el proceso independentista, Bernardo O’Higgins no dudó en tomar las armas. Fue parte activa en las primeras campañas militares por la emancipación. Participó en varias batallas, y su liderazgo creció con el tiempo.
Uno de los momentos más importantes de su carrera fue la Batalla de Chacabuco, el 12 de febrero de 1817, donde, junto con el general argentino José de San Martín, logró una victoria clave frente a las fuerzas realistas. Tras esta batalla, Bernardo O’Higgins fue nombrado Director Supremo de Chile, cargo que ocupó entre 1817 y 1823.
Durante su gobierno, O’Higgins impulsó profundas reformas: consolidó la independencia, fundó escuelas, apoyó la creación de la Armada de Chile, abolió los títulos de nobleza, y sentó las bases del Estado chileno moderno. También promovió la educación, la libertad de prensa, y el respeto a los derechos ciudadanos. Sin embargo, su estilo de liderazgo, muchas veces autoritario, generó resistencia en ciertos sectores, especialmente entre la aristocracia y la Iglesia.
En 1823, debido a las crecientes tensiones políticas, O’Higgins renunció voluntariamente al poder y se exilió en Perú. Allí vivió hasta su muerte, en el año 1842. Aunque lejos de Chile, nunca dejó de interesarse por el destino de su patria, y mantuvo correspondencia con muchos de sus antiguos compañeros de lucha.
Hoy, a más de dos siglos de su nacimiento, recordamos a Bernardo O’Higgins como un hombre de convicciones firmes, que no dudó en sacrificar su comodidad personal por un ideal más grande: la libertad de su pueblo. Su figura sigue viva en la memoria colectiva de Chile y de toda América Latina como uno de los grandes forjadores de la independencia.
Recordar su natalicio no es solo mirar al pasado, sino también reflexionar sobre los valores que como sociedad debemos seguir defendiendo: la libertad, la justicia, la educación, la participación ciudadana y la soberanía.
En este 20 de agosto, celebramos el legado de Bernardo O’Higgins, y conmemoramos su vida como ejemplo de entrega y compromiso con la patria.