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El 21 de mayo nuestro país celebra el Día de las Glorias Navales en conmemoración al Combate Naval de Iquique, épica batalla que tuvo lugar en el contexto de la Guerra del Pacífico. Esta significativa fecha para la historia de Chile se ha extendido a todo el mes, derivando en que mayo sea considerado como el Mes del mar.

Considerada una de las efemérides más importantes de la historia nacional – como es el recuerdo del Combate Naval de Iquique y Punta Gruesa, – nos hace recordar el heroísmo del Comandante Arturo Prat Chacón, la valentía de la inmortal dotación de la Corbeta “Esmeralda”, la astucia del Capitán Carlos Condell y el coraje de la tripulación de la goleta “Covadonga”.

“Muchachos, la contienda es desigual”, son las primeras palabras de un texto que todos los chilenos aprendemos a recitar de memoria desde los primeros años; la famosa arenga lanzada por el capitán Arturo Prat Chacón a la tripulación de la corbeta Esmeralda la mañana del 21 de mayo de 1879, en la antesala del combate contra el monitor Huáscar.

La Guerra se encontraba en una fase clave. Hacía dos meses, Bolivia le había declarado la guerra a Chile tras la ocupación de Antofagasta. A su vez, el 2 de abril de 1879, Chile le había declarado la guerra a Perú.

Con ello, el gobierno de Aníbal Pinto, a través del ministro del Interior, Belisario Prats, y el recién nombrado Secretario general y asesor de la Escuadra y del Ejército, Rafael Sotomayor proponen el plan de ir a atacar a El Callao.

El 16 de mayo de 1879, el almirante Juan Williams Rebolledo, comandante en jefe de la marina chilena, ordenó que la Escuadra nacional zarpara desde Iquique –que mantenían bloqueado- con rumbo a El Callao, el principal puerto del Perú.

Estaba todo calculado, el plan no podía fallar, y si resultaba, la Armada de Chile le asestaría un duro golpe a su símil peruana.

La idea era llegar al muelle y atacar ahí a los buques de la Armada peruana. Era perfecto. Si resultaba, la Escuadra del Perú se quedaría sin sus mejores buques de guerra y Chile obtendría el dominio del Pacífico de un solo golpe.

Quedaron en Iquique dos buques sosteniendo el bloqueo del puerto: la corbeta Esmeralda y la goleta Covadonga. La primera, al mando del capitán Arturo Prat, la segunda, con Carlos Condell. Además, se dejó al transporte Lamar.

Los historiadores aún debaten los motivos por lo que estos dos buques no formaron parte de la expedición. Algunos especulan desde factores políticos, rivalidades o rencillas entre altos mandos y subalternos o la doble condición de abogado y marino de Prat que generaba desconfianza en Williams Rebolledo, como lo refrenda Rafael Mellafe en sus estudios sobre la Guerra del Pacífico.

Para Gonzalo Bulnes autor fundamental sobre esta guerra, señala que la decisión de dejar a la Esmeralda y a la Covadonga en Iquique pasó por el estado de las máquinas de ambos barcos. “Quedaron en Iquique los buques inútiles, los que por el deplorable estado de sus máquinas no podían marchar en la expedición”.

Casi al mismo tiempo que zarpaba la Escuadra chilena, la Escuadra peruana zarpó al sur, rumbo a Arica. Iban el Huáscar, la Independencia, más los transportes Chalaco y el Limeña. Posteriormente de su paso por Arica, el Huáscar y la Independencia se dirigieron a Iquique.

La distancia más corta desde Iquique hacia El Callao era en línea recta, lo cual significó que la Escuadra chilena navegara por alta mar; en cambio, los peruanos lo hicieron por la línea de costa. Como una ironía del destino, ambas escuadras se cruzaron, pero no se vieron.

El hecho es que, al llegar a El Callao, lo chilenos notaron que la Escuadra peruana no se encontraba en el lugar. Lo único que había era un bote, el cuál apresaron. En él, iba un pescador italiano, quiénes les informó a los nacionales que los buques peruanos habían salido cuatro días atrás para el sur.

El resto de la historia es conocida, el hundimiento de la Esmeralda y el triunfo de Condell en Punta Gruesa.

La prensa de la época, dedicó amplias palabras para celebrar lo que se consideraba un hecho memorable a nivel nacional. Por entonces El Mercurio llamaba a honrar a los caídos, “En la playa de Iquique debe encontrar el viajero una columna que le recuerde, si lo ha olvidado, o que le enseñen, si no lo sabe, los nombres de todas esas ilustres víctimas y también sus victimarios”.

Para finalizar un mensaje para combatir el olvido: siempre será necesario enseñar que existe una historia que nos acompaña en la memoria y que nos obliga honrar a nuestros compatriotas caídos ahora y para el futuro de nuestra historia republicana.